El 5 de Junio de 1895 Guayaquil seria nuevamente el escenario de un
cambio Histórico para la patria cuando, luego de haber proclamado a
Alfaro como líder de una nueva revolución, nace la revolución liberal
que tantos cambios positivos trajera a la patria
El 5 de octubre de 1896 a las 23:00 horas, se inicia el más gigantesco flagelo del que se tenga memoria en esta ciudad. Este, conocido con el nombre del INCENDIO GRANDE llegó a convertir en cenizas y escombros lo más bello de la ciudad de Octubre.
El 5 de octubre de 1896 a las 23:00 horas, se inicia el más gigantesco flagelo del que se tenga memoria en esta ciudad. Este, conocido con el nombre del INCENDIO GRANDE llegó a convertir en cenizas y escombros lo más bello de la ciudad de Octubre.
Curiosamente en ese año los preparativos para las fiestas patrias se
habían iniciado con anticipación debido, principalmente, a que en ese
año se realizaría en el edificio de la Gobernación una convención de la
que saldría definido el nuevo estado geopolítico de la nación propuesto
por el presidente Alfaro, y mediante el cual el país sería convertido en
estado confederado. La facción política conservadora veía con
preocupación este intento descentralizador. Con los años venideros se
comentaría mucho el tema y no serían pocas las lucubraciones que se
hicieran relacionadas con la responsabilidad del incendio.
Se habló de un sabotaje al edificio de la gobernación iniciado en la manzana de enfrente, donde funcionaba el almacén de lencería denominado La Joya, sin tomar en cuenta la dirección en la que el viento corría, posteriormente se enunciaría una o dos hipótesis más. Lo cierto es que jamás pudo descubrirse la causa real de este gigantesco flagelo.
Se habló de un sabotaje al edificio de la gobernación iniciado en la manzana de enfrente, donde funcionaba el almacén de lencería denominado La Joya, sin tomar en cuenta la dirección en la que el viento corría, posteriormente se enunciaría una o dos hipótesis más. Lo cierto es que jamás pudo descubrirse la causa real de este gigantesco flagelo.
En ese entonces la primera constituyente del liberalismo se instaló en Guayaquil en octubre de 1896, pero el gran incendio que consumió la ciudad obligó al entonces jefe supremo, general Eloy Alfaro, a trasladarla a Quito. En resumidas cuentas, el incendio que había comenzado casi a medianoche del día cinco, luego de una hora, había alcanzando proporciones colosales, principalmente gracias al fuerte viento del sudeste que esa noche corría. La compañía de bomberos Salamandra fue la primera en llegar, pero sólo para observar lo inmanejable del flagelo, pues ya cubría varias manzanas. A las dos de la mañana ya eran varias bombas empeñadas en la lucha contra el fuego, entre ellas: La Salamandra n. º 2, La Independencia n. º 15, La Sucre n. º 17, La Unión n. º 3. Esfuerzo inútil, pues el fuego lo devoraba todo insaciablemente. El incendio cogió varias direcciones: de este a oeste por la calle Aguirre; de norte a sur por el Malecón; y en dirección sudeste por la calle 9 de octubre.
Por la mañana del día 6 las tres lenguas de fuego se encontraron en la plaza San Francisco y produjeron un infernal torbellino que calcinaba hasta las piedras y levantaba por los aires cuanta mercadería, muebles y objetos de valor habrían sido llevados a ese sitio para evitar su pérdida. A las 5:45 las llamas devoraban las cúpulas de la Iglesia de San Francisco, desintegrando su reloj.
Todo quedó en cenizas mientras el monumento de Rocafuerte veía pensativo consumirse la ciudad que lo vio nacer.
La obra de Alfaro, en la Revolución Liberal, de indudable proyección nacional ha sobrevivido y es la prueba fehaciente del valor de los ideales por los que luchó. Pero los errores políticos luego de su segunda presidencia crearon un estado de fermentación social que acabó con él y con sus más cercanos allegados. Alfaro murió asesinado por los conservadores serranos, y en complicidad con las mismas cúpulas liberales costeñas, el 28 de enero de 1912 dejó una mancha negra en la historia de una nación que se pensaba que había abandonado ya los tiempos de la barbarie.
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