La cantidad de efectivos militares del ejército realista apostados en la ciudad era de 1500 aproximadamente, los cuales estaban distribuidos en: 600 soldados del batallón Granaderos de Reserva del Cuzco, 500 del escuadrón de caballería Daule, 200 del batallón de Milicias Urbanas, 200 efectivos de las Brigadas de Artillería, y 350 soldados en las 7 lanchas cañoneras que permanecían en el malecón. Sin embargo, los oficiales que se habían plegado a favor el movimiento eran Gregorio Escobedo e Hilario Álvarez del Granaderos, Damián Nájera de la Brigada de Artillería, José Peña del batallón de Milicias Urbanas, y por último los sargentos Vargas y Pavón del escuadrón de caballería Daule con lo que se tenía asegurado el 70% de los efectivos de la plaza.
En consecuencia, las maniobras debían propender a tomar el escuadrón de caballería Daule y la bodega de armas y explosivos de la brigada de artillería,
anulando a la vez la capacidad de reacción de las tropas que
acompañaban tanto a Joaquín Magallar, comandante del Granaderos, como a
Benito García del Barrio, primer jefe del Batallón Granaderos de Reserva. Por los hombres de las lanchas torpederas capitaneadas por Joaquín
Villalba no se preocuparían, pues estaban desde el día anterior fuera
del puerto, y había oportunidad de resolver este problema si se coronaba
con éxito la revolución. Y todo se dio tal como se había planificado.
Para la noche del domingo 8 y la madrugada del lunes 9 de octubre, León de Febres Cordero
y Nájera llevaron con engaños al comandante español Torres Valdivia a
la casa del Nájera con el pretexto de invitarlo a una partida de naipes.
Una vez allí, lo sometieron y dejaron cautivo temporalmente
explicándole que era la única forma de evitar que él intervenga en
contra el movimiento independentista y que en vista de la estimación que
le tenían, habían preferido evitar un peligroso enfrentamiento con él.
Febres Cordero, adueñado de las llaves del parque de Torres Valdivia, se
dirigió al Granaderos, en donde, con 50 hombres, fue hasta la Brigada de Artillería,
y luego de sorprender y encerrar al oficial de guardia, se apoderó del
recinto. La tropa fue formada, aclamando la causa revolucionaria.
Mientras esto sucedía, Urdaneta, con 25 hombres del Granaderos y nuevos jóvenes guayaquileños, más la complicidad de los sargentos Vargas y Pavón, tomaron el escuadrón de caballería Daule,
no sin antes trenzarse en una balacera con Magallar y sus hombres, que
al darse cuenta de lo que sucedía, intentó impedirlo, muriendo en el
enfentramiento. Luego de esta acción, Urdaneta mandó al comandante Matías Tirapeguí, quien se había plegado a favor del movimiento, hacia la Batería de las Cruces, con la mitad del escuadrón de la caballería, con el propósito de tomarla.
El último incendio se llevó a cabo en la casa del coronel Benito García del Barrio, primer jefe del Granaderos de Reserva quien fue apresado por el teniente Hilario Álvarez mientras dormía.
Para la mañana del 9 de octubre de 1820, la ciudad de Guayaquil había alcanzado su independencia de España y con ello comenzó la guerra de independencia de lo que actualmente es la República del Ecuador.
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