En la época colonial existieron diversas rebeliones en contra del régimen español. En la Real Audiencia de Quito se produjo entre julio de 1592 y abril de 1593 la Crisis de las Alcabalas que dio como resultado el enfrentamiento entre criollos, apoyados por los cabildos, y la Corona,
quienes defendían los intereses de la audiencia. La razón principal de
estos sucesos se debe a los impuestos de alcabala que se imponían a todo
el Virreinato del Perú para los criollos, exonerando a los indígenas. Los motivos de estos impuestos se fundamentan en las costosas guerras que mantenía España en el norte de Europa. Los disturbios desembocaron en enfrentamientos violentos que fueron controlados por medio de una tropa enviada por el Virrey del Perú.
Como consecuencia de estos levantamientos, se sancionó al cabildo y se
le disminuyó la autonomía de la cual había gozado la ciudad de Quito.
Los cambios políticos, administrativos y económicos de la Audiencia, que establecieron los españoles en 1765, provocó un nuevo enfrentamiento entre criollos y chapetones conocido como la Rebelión de los Estancos.
El propósito de esta sublevación fue el favoritismo del pueblo hacia el
retorno de un gobierno descentralizado implantado con anterioridad por
los monarcas españoles de la Casa de Austria y los primeros de la Casa de Borbón, con la cuota de participación que tenían los sectores locales en las decisiones estatales. El rey de EspañaFelipe V, por medio de una ordenanza, estatizaba la producción y la distribución de aguardiente, los rebeldes protestaban porque la venta de este producto había sido establecida como libre en 1738. Este hecho fortaleció el poder que poseía la élite criolla.
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