La independencia definitiva se inició en Guayaquil el 9 de octubre de 1820 y culminó en la Batalla de Pichincha en 1822 cuando Ecuador quedó anexado a la Gran Colombia.
La segunda etapa del proceso de independencia ecuatoriana empezó el 9 de octubre de 1820, cuando un grupo de patriotas guayaquileños destituyó a las autoridades en nombre de la libertad.
En 1812, se reunieron en España las Cortes de Cádiz para elaborar una Constitución liberal e instaurar una monarquía constitucional. Participaron en ella pensadores ilustrados de la Audiencia de Quito como José Mejía Lequerica, José Joaquín Olmedo y Vicente Rocafuerte. En 1814 el rey desconoció la Constitución.
Ya entonces las ideas independentistas se habían expandido por todo el continente y cosechaban sus primeros frutos: Nueva Granada había conseguido su independencia en 1819, así como Chile y la Argentina. San Martín, el libertador del sur, se acercaba a Lima. Guayaquil sentía el peso de las contribuciones que debía hacer para los ejércitos realistas y vio su comercio recortado porque muchos de los puertos con los que comerciaba ya eran independientes.
La insurrección del 9 de octubre estuvo constituida por un núcleo de oficiales militares guayaquileños, peruanos y venezolanos, a quienes se unieron miembros de las élites agrícolas y comerciales de Guayaquil. Pero además tuvo un respaldo popular. Planteaba una ruptura radical con el dominio colonial español. En noviembre se nombró una junta de gobierno presidida por José Joaquín Olmedo. Aunque declaró su libertad para unirse a cualquier estado, organizaron las tropas para apoyar la liberación de la Sierra bajo el mando de Antonio José de Sucre y el respaldo de tropas colombianas.
La Costa se fue uniendo entusiasmada a la revolución con sucesivas proclamas de independencia: Samborondón, Daule, Baba, Jipijapa, Naranjal, Portoviejo y Montecristi. A medida que se alejaban de los centros de poder, los movimientos independentistas eran menos elitistas e ideológicos.
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